Los valores de la Revolución

Por Omar Pérez Salomón
Cuba seguirá librando la batalla de la hermandad y la fraternidad, del humanismo, de la cultura, de la justicia contra la más brutal injusticia y de la verdad contra la mentira.

 

La Revolución cubana que comenzó el 10 de octubre de 1868, con su estilo y sus características propias, tiene raíces muy profundas en la historia de nuestra patria.

 

revolución

Hace 140 años no existía la nacionalidad cubana, una conciencia revolucionaria y un pueblo con pleno sentido de un destino común. En un país en aquellas condiciones en que la ignorancia era enorme, el acceso a los libros y a la cultura lo tenían un número reducido de criollos procedentes de familias acaudaladas. Permanecía establecido sobre bases sólidas el poder de España, cuando ya el resto de la América Latina se había independizado de la colonia española. Todavía no había una nación que liberar y no existía pueblo con la conciencia de la necesidad de libertad.

 

Al iniciarse la lucha revolucionaria en 1868 se empezó a crear el concepto y la conciencia de la nacionalidad y comenzó a utilizarse por primera vez el calificativo de cubano. Muy pocos pueblos en el mundo fueron capaces o tuvieron la posibilidad de afrontar sacrificios tan grandes como los que soportó el pueblo cubano durante diez años durante la primera guerra por su independencia.

 

Sobre aquella tradición creada por el pueblo de Cuba y en la conciencia engendrada en el heroísmo y en la lucha de treinta años, comenzó a brotar el nuevo y aún más radical y avanzado pensamiento revolucionario que ha llegado a nuestros días bajo la certera guía de Fidel, que recogió las banderas de Céspedes, Maceo, Gómez, Martí y muchos otros patriotas e inspiró a los combatientes que libraron las últimas batallas en nuestro país.

Después del alzamiento por la independencia de Cuba, el 10 de octubre de 1868, cuando los primeros mambises se dirigían hacia el pueblo de Yara, un copioso aguacero realizó con ellos el primer precedente de sacrificio.

 

La Revolución cubana, que ha sembrado en su pueblo valores tales como el espíritu de sacrificio, solidaridad, humanismo, dignidad, patriotismo, modestia, sentido del deber, desprendimiento y la fe en la victoria, es sometida una vez más a una dura prueba.

 

Dos huracanes en menos de diez días azotaron a todo el territorio cubano. A pesar de los grandes daños materiales ocasionados no cundió el pánico, y primaron la organización y la solidaridad. Incontables fueron los ejemplos de la grandeza y capacidad que tiene nuestro pueblo para unirse y ayudar al afectado.

 

La sociedad cubana tiene el privilegio de contar con un pueblo unido, cada vez más culto y una estructura social que constituye una fortaleza, para todo el trabajo que es necesario efectuar en el proceso de recuperación del país.

 

Los recursos saldrán de nuestro trabajo y solo con la entrega, organización, una adecuada política de ahorro y disciplina, se podrá ganar esta difícil batalla que nos ha impuesto la naturaleza cuando los planes del país comenzaban a enrumbarse.

 

No debemos olvidar que durante los primeros años de la década del noventa del siglo pasado, Cuba se vio abocada a un colapso económico, como consecuencia del derrumbe del campo socialista y agravado por el recrudecimiento del bloqueo imperialista, que solo fue posible superar gracias a la obra de la Revolución, que propició la firmeza y unidad inquebrantables del pueblo y la capacidad del Estado Socialista para dirigir los escasos recursos hacia las prioridades del país, bajo la sabia dirección del Partido y de Fidel.

 

La solidaridad practicada por la Revolución cubana en los últimos 50 años bajo el principio de no dar lo que nos sobra, sino compartir lo que tenemos se ha expandido por todo el planeta. Gobiernos, pueblos y organizaciones de todos los continentes han expresado su incondicional solidaridad con el gobierno y pueblo cubano en estos momentos difíciles.

 

Los cubanos fortalecen el espíritu de colaboración y de trabajo en equipo; promueve actitudes colectivistas, de austeridad y modestia; participa activa y creadoramente en la solución de los problemas de la comunidad; actúa en correspondencia con nuestras raíces históricas, enalteciendo las mejores tradiciones revolucionarias y la unidad del pueblo en torno al Partido.

 

Basta recorrer las zonas más afectadas por los huracanes Gustav e Ike o compartir con damnificados, para comprender cuán enraizados están en el pueblo cubano los valores de la ideología de la Revolución Cubana.

 

Las imágenes difundidas por las televisoras internacionales que muestran a miles de haitianos abandonados a su suerte, “protegidos y alimentados” por las tropas de la ONU, en Cuba nunca se verán.

 

En un mundo lleno de egoísmo, individualismo, injusticias, consumismo, explotación, abuso y saqueo, Cuba seguirá librando la batalla de la hermandad y la fraternidad, del humanismo, de la cultura, de la justicia contra la más brutal injusticia y de la verdad contra la mentira.

 

(Tomado de http://www.kaosenlared.net 

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