VANGUARDIA: una «fábrica» de historias

Por Norland Rosendo

Hoy 9 de agosto, Vanguardia, el periódico provincial de Villa Clara, cumple 48 años de fundado. A todos los compañeros de la publicación, muchas felicidades en este aniversario, que marca nuevos retos y metas.

Periodistas de Vanguardia en reunión de trabajoEs lunes, y la gente va llegando a la oficina del Director. Unos se sientan en los muebles y las sillas que traen de locales vecinos; otros, en el suelo. Sin protocolo. Así comienza la rutina semanal de Vanguardia.

Todos juntos, analizando la edición pasada. Casi siempre, insatisfechos. Casi nunca, en la aritmética evaluación propuesta por Mercedes Rodríguez, supera los 4,5 puntos.

Chang intenta moderar, pero entre periodistas resulta muy difícil. Las opiniones se cruzan de una esquina a la otra. «¿La primera plana? Faltó una buena foto. ¿Por qué no les pidieron a los melaítos un comentario gráfico? Una portada con tanto texto…»

Poco a poco sube la temperatura del debate… Se dibujan las páginas del número siguiente y de sus hijos (El Santaclareño y Manantial, sobre todo; porque Melaíto es de los artistas Pedro, Martirena, Linares y Roland).

Niury Villanueva (diseñadora) y María Elena Díaz Gámez (correctora)Así echa a andar la «fábrica» de historias verdaderas. Solo las correctoras, los dise­ñadores y el equipo del Centro de Documentación tienen rumbo fijo. El resto, a cazar noticias, reportajes, entrevistas, imágenes…

Vanguardia es una familia que tiene de todo. Laboriosos, rápidos, lentos, creativos, conservadores, callados, refunfuñones, jóvenes, menos jóvenes, escépticos, optimistas, cuerdos, locos, metódicos…

Los textos y las imágenes entran a la red de computa­doras, y comienzan a «pasear» de carpeta en carpeta hasta caer en las manos de los diseñadores, quienes los convierten en las páginas que usted lee.

En la redacción digital se editan los materiales que salen publicados en el sitio web http://www.vanguardia.co.cu Cada vez son más quienes navegan por internet para saber las novedades del terruño.

Ya el miércoles empiezan a «caer» los primeros trabajos para el Vanguardia «de papel». La mayoría, entre jueves y viernes. Entonces, la «fábrica» pone a funcionar a tope la maquinaria, que no es toda la que quisiéramos, pero con ella y el ingenio de la gente armamos el «muñeco».

Antes, los jefes dilucidan qué va, qué hay que cambiar, a cuál le sobran líneas y «podan» los textos, un ejercicio de jardinería periodística que exige pericia a la hora del cierre, cuando la noche del viernes está cayendo sobre Santa Clara.

Los ojos de las correctoras repasan cada línea con meticulosidad. Colocan o quitan signos de puntuación, les dan oxígeno gramatical a los materiales.

Y al final, al Director. Cuando Chang le da el Visto Bueno a las páginas, cierra solo un ciclo productivo de la incesante «fábrica» de contar historias.

Aún no se ha impreso en el Poligráfico, y ya los periodistas están preparando las cuartillas en blanco y las cámaras fotográficas para la próxima edición.

(Fuente: Periódico Vanguardia)

 

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