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De la mala ortografía y otros demonios

Por AIN

cfd2ed1080897e8237d6d7414be8596e_LA sus 70 años y el sexto grado como nivel de escolaridad, mi madre exhibe con orgullo ante sus hijos su buena ortografía. Y no es que sea infalible en esto de colocar una tilde donde corresponda o poner v o b, según convenga.

Es que en sus más de cuatro décadas de trabajo siempre le acompañó un diccionario cuyo último ejemplar, por cierto, le ha regalado a su nieta más grande con la esperanza de que corrija sus faltas.

Mi progenitora tiene, además, un arma mayor para combatir los errores ortográficos —horrores, diría ella, si viera el cartel que cuelga de una ventana donde silla y seis aparecen con c—, pues es una lectora incansable que no pierde oportunidad para indagar por una palabra o comprobar si realmente está bien escrita, puesto que a ella “le suena” con otra letra.

Muchas veces —ante la duda— la he visto tomar un lápiz y un papel y comenzar a redactar una lista, con el mismo término, pero de diferentes maneras, en un intento por encontrar la manera exacta de colocar las letras.

De seguro ya me dirán los catedráticos que esta no constituye una forma muy ortodoxa de comprobar la ortografía, y también lo pienso así, mas a ella —créanme— generalmente le da resultado, tal vez porque enseguida le viene a la mente algún sitio donde vio la palabra con anterioridad.

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En Cuba: ¿La hora de la tarea o del pellizco?

Por Vladia Rubio

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A la realización de los deberes escolares en casa parece estar acompañándola en ocasiones una dosis de violencia familiar hacia el menor no siempre visualizada ni calibrada en su gravedad.

—¡Que yo me entere que el chiquito ese volvió a ponerte un dedo encima! ¡Todavía no ha nacido el que pueda maltratar a mi hijo!

La última frase Carolina la pronunció a voz en cuello parada en la ventana, para que el vecinito conflictivo, y todo aquel que quisiera, en una cuadra a la redonda, se enteraran.

Resulta usual que las madres declaren y sientan profundo amor por sus hijos, al punto de estar dispuestas a defenderlos de lo que supongan sea cualquier amenaza. Lo paradójico es que, junto a tan legítimos sentimientos, a veces sean ellas mismas quienes, sin saberlo y creyendo hacer lo mejor, les maltratan.

Una hora después del incidente que transformó a Carolina en una leona defendiendo a su cachorro, igual furia destellaban sus ojos, sus palabras y también sus acciones, pero esta vez dirigidos al niño, que se encogía como un caracol sobre la libreta escolar en que trataba de hacer la tarea. Como no le salían bien las cosas, había borrado muchas veces, y la hoja rayada exhibía, casi en el centro, un acusador agujerito, catalizador del descontrol materno.

Y no es que Carolina fuera una desequilibrada. Había llegado hacía dos horas de su trabajo como técnica de laboratorio en un centro farmacéutico. Y apenas sin sacudirse las pesadillas del P-4, se había puesto a recoger las cosas que en la mañana su marido y el niño habían dejado fuera de lugar. Simultáneamente, preparaba el baño de la madre diabética y le daba las medicinas, para luego fajarse con la preparación de una comida cuyo menú debía ponerse a inventar.

Justo en el momento en que descubrió que no le quedaba ni una gota de aceite para freír las croquetas criollas, escuchó al marido quejándose porque el perro le había mordido una chancleta y, a la vez, al niño rezongar con un «ñooo» bajito, mientras borraba por cuarta vez la respuesta de la tarea. La tarea que parecía no acabar nunca, y todavía él debía bañarse después de la abuela antes de sentarse a comer.

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Realza Armando Hart lección histórica de la alfabetización

Por Dai Liem Lafá Armenteros

La Campaña de Alfabetización, iniciada en enero de 1961, ejemplificó la voluntad de la Revolución triunfante de llevar la educación a todos los cubanos, afirmó Armando Hart, presidente de la Sociedad Cultural José Martí.

En la jornada inaugural del taller Medio Siglo de Emancipación Cultural y Política, con sede en esta capital, el entonces ministro de Educación aseveró que preparar esta batalla no hubiera sido posible sin un trabajo previo de investigación sociocultural, básico en la orientación del proceso subsiguiente.

Así surgieron la cartilla Venceremos y el manual Alfabeticemos, señaló Hart, quien añadió que el mérito de esos textos estuvo en su eficiencia técnica y práctica para guiar el trabajo de miles de maestros en su empeño de enseñar a leer y escribir al pueblo.

El también miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y director de la Oficina del Programa Martiano significó que, tras el triunfo de la Revolución y gracias a la Campaña, muchas de las organizaciones sociales iniciaron sus grandes tareas de masas.

Por su significado educacional y político despertó el interés del mundo, y maestros procedentes de Latinoamérica y los entonces países socialistas de Europa se incorporaron en brigadas voluntarias y enseñaron en diferentes zonas del territorio, recordó el dirigente.

A partir del éxito de los alfabetizadotes, se inició un formidable movimiento educacional, indetenible hasta nuestros días, significó.

Figuras como Carlos Manuel de Céspedes, José Martí, Julio Antonio Mella y Fidel Castro —explicó Hart— concibieron la educación como un ente primordial en la formación patriótica de los cubanos.

Toda esta tradición pedagógica y de profunda raíz popular alcanzó cumbre de gloria con los alfabetizadores, puntualizó.

Consideró que es necesario seguir trabajando en objetivos esenciales, como lograr una educación y cultura íntimamente relacionadas con el movimiento social, político y moral del país, de proyección latinoamericana y universal, además de una cultural general integral y masiva.

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Informe UNESCO destaca calidad de educación en Cuba

Educación en Cuba

La calidad y la prioridad dadas a la educación en Cuba fueron resaltadas en un informe publicado hoy aquí por la UNESCO, que destaca, además, el programa de alfabetización «Yo sí puedo».

El texto enfatiza también en que la enseñanza salva vidas y pone de ejemplo a la isla caribeña por su bajo índice de mortalidad infantil. El Informe de Seguimiento de la Educación para Todos (EPT) en el Mundo 2011, una publicación anual independiente dirigida en esta ocasión por Kevin Watkins, exalta el grado de compromiso financiero en el sector.

Algo menos del 40 por ciento de los países de la región sobre los que se dispone de datos pertinentes gastaron en 2008 más del cinco por ciento de sus productos nacionales brutos respectivos en educación.

Sin embargo, se dan grandes diferencias, ya que ese porcentaje varía de un 1,2 por ciento en Bermudas a un 13,8 por ciento en Cuba, señala el texto.

Añade asimismo que en 2008 el programa «Yo sí puedo», creado por iniciativa del gobierno de Cuba en 2003, funcionaba en 12 países de América Latina.

Este proyecto se integró en estrategias más vastas encaminadas a conseguir la alfabetización universal de la población adulta en el Estado Plurinacional de Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Panamá y la República Bolivariana de Venezuela, detalla la información.

Por otra parte, el informe distingue que la Mayor de las Antillas es también el país de la región con el mayor porcentaje de alumnos calificados con las máximas puntuaciones y con la menor proporción de escolares con puntuaciones de nivel uno o inferiores.

En Cuba, más del 50 por ciento de los alumnos consiguieron puntuaciones de nivel cuatro, lo que representó un porcentaje más de tres veces superior al registrado en Argentina y Chile, indica el documento.

(Fuente: Prensa Latina)

La Revolución cubana se mueve críticamente sobre sí misma

Por Frei Betto

Fidel en el acto por aniversario de los CDREn 2011 se cumplirán 30 años de mi primera visita a Cuba. Ya yo trabajaba en Brasil el método de Paulo Freire. Quería traer a Cuba esa contribución, estaba convencido de la importancia política de la metodología de la educación popular. Cuando llegué, había prejuicios no solo hacia esta metodología, sino también hacia la figura de Freire. Su primer libro había causado cierto recelo entre los compañeros del Partido Comunista de Cuba. Un marxista cristiano sonaba entonces contradictorio: el marxismo era considerado una fe y uno no podía tener dos.

Entonces propuse en La Habana un Encuentro Latinoamericano de Educación Popular. Los cubanos prepararon todo; pero en el encuentro no hubo ni un cubano. Dos años después, logré que Casa de las Américas organizara un segundo encuentro. Varios cubanos fueron como meros asistentes, decían que en Cuba todo era educación popular y no había necesidad de tener un equipo para eso. En el tercer encuentro, ya la participación cubana fue activa. Así surgió el equipo del Centro Martin Luther King.

Pero Paulo Freire no es el primer latinoamericano en hablar de esa metodología. Para hacer justicia con la historia, el primero que practicó educación popular fue José Martí. Martí decía que había que llevar los maestros a los campos. Y con ellos, la ternura que hace falta a los hombres. Seguramente el Che había leído esa frase cuando dijo que había que endurecerse, pero sin perder la ternura. Para Martí, “popular” no lo era en el sentido de pobre, sino de pueblo. La distinción rígida que se aplicaba en Europa entre clase obrera y burguesía no se aplicaba a América Latina. La lucha aquí era entre aquellos que luchaban por la justicia y aquellos que intentaban mantener la injusticia. Todo no se explica por origen de clase. Si todos los pobres fueran revolucionarios no habría capitalismo en América Latina.

Quizá ustedes no sepan que es un hecho biológico que las águilas pueden vivir 70 años como máximo. Pero cuando llegan a los 30 o 40, propenden a la muerte porque sus garras y su pico ya no son fuertes para destrozar las carnes con que se alimentan. Y cuando sienten que pueden morir, vuelan hacia lo alto de una montaña y se arrancan las garras y el pico. Esperan meses allí, hasta que les vuelven a salir. Así viven otros 30 o 40 años más. Hoy, el águila es Cuba. Lo digo porque acabo de leer los Lineamientos para el VI Congreso del Partido Comunista: la Revolución Cubana tiene la capacidad de moverse críticamente sobre sí misma para salir adelante. Sus redes de educación popular tienen mucha importancia en eso.

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Cuba y su campaña ortográfica nacional

la importancia de la ortografíaCuba arrecia una campaña ortográfica nacional para revertir los problemas detectados en un diagnóstico realizado en mayo último, confirmaron autoridades del sector educacional. Isel Parra, funcionaria del Ministerio de Educación (MINED), negó que el problema sea exclusivo de Cuba, pero aseguró que en la Isla aumentará el rigor evaluativo y la capacitación docente.

Entrevistas realizadas al azar por el espacio televisivo «Mirada de lunes» evidenciaron los problemas ortográficos que subsisten en Cuba, con pifias de acentuación, puntuación y deletreo.

Entre las medidas adoptadas para cambiar tal situación destacan la realización de exámenes de Español para ingresar a cualquier carrera universitaria, no solo a las humanísticas.

Parra confirmó la aplicación de un sistema de descuento de rigor creciente, más exigente en los años finales, que impediría incluso la graduación de quienes reprueben, pero sin abandonarlos.

La funcionaria precisó que el MINED habilitará cursos de lengua materna y ortografía en las Facultades Obrero-Campesinas, así como en otras sedes docentes comunitarias.

Agregó que los institutos pedagógicos del país incrementarán las horas presenciales para mejorar la ortografía e incluso la pronunciación de los futuros maestros y profesores. 

(Fuente: Prensa Latina)

¿Se extinguen los buenos días?

Por Osviel Castro Medel

buenos modalesEl hombre llegó caminando por los aires. Y en vez de saludar a las personas aglomeradas cerca de su oficina, reverenció a un gato que jugueteaba por los contornos: «Misu, misu»… y pasó de largo, puertas adentro. No soltó un «buenos días» para sus circundantes, ni un guiño, ni tan siquiera un «¡ey!». 

La historia, contada hace un tiempo por el excelente comentarista Luis Luque («¡Misu, misu!», 6 de agosto de 2006), tenía como protagonista a un intelectual, de esos que poseen innumerables pergaminos en sus vitrinas y de los que derraman ¿cultura? por los cuatro costados. 

El periodista subrayó entonces con alarma la enorme paradoja que encerraba la escena: un sujeto con demasiada instrucción, con innumerables lecturas a cuestas, no era capaz de mostrar un ápice de educación o de respetar una de las más elementales normas de cortesía. 

Hoy entiendo mucho mejor a mi colega. No porque desconociera que tipos así, con esas ínfulas, flotan por dondequiera; para ellos siempre guardo como escudo la frase del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, que he empleado en otros trabajos periodísticos: «No te hinches/ ten en cuenta/ que al que se hincha/ si alguien lo pincha/ lo revienta». 

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Titanic: ¿murieron por bien educados?

Los británicos de aquella época tendían a ser caballerosos, mientras que los estadounidenses eran más individualistas.

Algunos de los pasajeros británicos del Titanic fallecieron porque hicieron fila educadamente para subirse a los botes salvavidas.  

Titanic

 

Según David Savage, especialista en economía del comportamiento de la Universidad de Queensland, en Australia, ello se explica porque los británicos de aquella época tendían a ser caballerosos, mientras que los estadounidenses eran más individualistas.

 

Pero la caballerosidad también tuvo consecuencias positivas. Según le explicó Savage a la BBC, las mujeres con niños que viajaban en el trasatlántico tuvieron un 70 % más de posibilidades de salvarse que los hombres.

 

Según el investigador, normas sociales como «las mujeres y los niños primero» tenían un peso importante en la cultura británica y se mantuvieron en esa situación.

 

El Titanic se hundió durante su travesía inaugural entre la localidad inglesa de Southampton y Nueva York en abril de 1912, tras chocar contra un iceberg en las heladas aguas del Atlántico, lo que causó la muerte de 1 500 personas.

 

David Savage estudió el desastre para ver cómo la gente reaccionó en una situación de vida o muerte.

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Lápiz, cartilla, manual, alfabetizar…

alfabetizaciónInolvidable acto aquel del 22 de diciembre de 1961. Cuba coronaba del mejor modo el Año de la Educación al proclamarse territorio libre de analfabetismo. El líder de la Revolución entonces expresaba: «ningún minuto de tan legítimo orgullo y de gloria como este en que cuatro siglos y medio de ignorancia han sido demolidos».

Así se ganaba una batalla imprescindible para el desarrollo del país, pero solo era la primera. A ella siguieron en el orden educacional la formación masiva de maestros en todos los niveles de enseñanza, para brindar su esfuerzo en Cuba y en cualquier sitio de la Tierra. 

Hoy por muchas latitudes se extiende el programa cubano Yo sí puedo, gracias al cual millones y millones de seres humanos han aprendido a leer y escribir. En nuestro continente, además de Cuba, ya son libres del flagelo del analfabetismo Venezuela, desde el año 2005, y muy recientemente Bolivia, nación que tras una campaña de 33 meses alcanzó el objetivo.
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Bolivia, tercer país latinoamericano libre de analfabetismo

Mediante el programa cubano «Yo, sí puedo», los 327 municipios de los nueve departamentos del país fueron declarados libres de analfabetismo.

campaña de alfabetización en BoliviaLa Habana, 21 dic (AIN).— Bolivia se declaró territorio libre de analfabetismo, luego de 33 meses de campaña con el empleo del método audiovisual cubano «Yo sí Puedo», se afirmó en un acto en Cochabamba.

Más de 820 mil personas aprendieron a leer y a escribir en un suceso calificado de trascendental por autoridades locales, y de acuerdo con el ministro de Educación, Roberto Aguilar, la expulsión del flagelo del analfabetismo constituye uno de los principales acontecimientos de la historia republicana de la nación.

Anteriores gobiernos intentaron alcanzar semejante meta, pero fracasaron, la mayoría por falta de voluntad política, advirtió, de acuerdo con un despacho de PL.

Bolivia es el tercer país latinoamericano con tal condición, después de Cuba (1961) y Venezuela (2005).

La alfabetización en Bolivia también benefició a integrantes de pueblos originarios, quienes aprendieron a leer y a escribir en aymara y quechua.

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