Si la experiencia sirve para algo, el gobierno cubano tiene muy serias razones, precisamente ahora, para desconfiar del «equipo de evaluación» que Bush pretende imponer a La Habana, como condición para enviar ayuda tras el paso devastador de los huracanes Gustav y Ike.
Y es que este 12 de septiembre último se han cumplido diez años de reclusión en prisiones de Estados Unidos de los cinco cubanos condenados por investigar en Miami el nido de terroristas que funciona al amparo de Washington. La semejanza se encuentra en los últimos años de la presidencia de W. Clinton, quien se mostró tan impresionado por las informaciones que Gabriel García Márquez le suministró enviadas por el presidente Fidel Castro —sobre los crímenes terroristas de la mafia de Miami en Estados Unidos y otros países—, que pidió se recibiera en Cuba a un equipo del FBI para evaluar las informaciones «in situ».
Pero a lo que condujo la «evaluación» del FBI fue a la detención de los Cinco héroes cubanos, a su confinamiento en tenebrosos «huecos» para hacerlos confesar supuestos delitos de espionaje militar y a las crueles condenas, que van desde 20 años de reclusión hasta varias cadenas perpetuas, en amañados procesos efectuados en el propio nido de terroristas, Miami. A pesar de que la única infracción probada del ordenamiento jurídico de Estados Unidos fue la de no inscribirse como agentes, delito penado con menos de dos años de prisión. La detención fue en 1998, por lo que han cumplido ya diez años en las cárceles por combatir al terrorismo. Nada ni nadie los hará cambiar.
Dados estos antecedentes y si la presente administración norteamericana, presidida por W. Bush, ha probado en todo el mundo, incluso en los propios Estados Unidos y de modo incesante, que tiene menos escrúpulos que la anterior, ¿qué puede esperar Cuba de este equipo de evaluación?
La cuestión ha surgido a partir de que el huracán Gustav arrasó el 30 de agosto a la Isla de la Juventud y la provincia de Pinar del Río, en el extremo occidental de Cuba, destruyendo o dañando 140 000 viviendas, tendidos eléctricos y telefónicos, miles de hectáreas de cultivos y diferentes obras de infraestructura. Menos de diez días después, el huracán Ike recorrió el país de punta a cabo y dejó 7 muertos, 20 heridos, daños totales o parciales en unas 500 000 viviendas, destrozos en vías y servicios públicos, siembras arrasadas y pérdidas económicas multimillonarias. El gobierno cubano aún no ha cuantificado los daños, pero en el programa Mesa Redonda de la televisión nacional, Randy Alonso dijo que algunos los calculan en 10 mil millones.
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