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Los orígenes del ferrocarril en la región central de Cuba

Por Luis Machado Ordetx

Terminal de ferrocarril en Sagua la Grande

En menos de dos décadas, apunta Ramón de la Sagra, la economía azucarera contó con mil 281 kilómetros de líneas de ferrocarril. América del Sur apenas cubría en esa fecha 792 km. Los caminos de hierro se imponían. La región del centro, próspera en ingenios, consiguió una  cuota progresiva con el intercambio, tierra adentro, por ferrocarril, y mar afuera, desde los fondeaderos de Caibarién, Isabela de Sagua, Casilda y Cienfuegos.

Ya en 1838, el agrimensor anexionista Idelfonso Vivanco predijo, por la configuración larga y estrecha de nuestra geografía: «El vapor debe ser el principal agente de la felicidad cubana; el vapor conduciendo los frutos a los puertos pequeños por ferrocarriles; el vapor llevando los grandes mercados circundando las costas; he aquí los principales vehículos.»

Caminos para el Azúcar (1987), de Oscar Zanetti Lecuona y Alejandro García Álvarez, afirma que Cuba fue el séptimo país con transporte ferroviario. La explosión, a partir de 1800, de fábricas de azúcares en las regiones centro y occidental, originó un incremento de los viales paralelos.

En 1835, llegaron a La Habana los ingenieros norteamericanos Alfred Cruger y Benjamín H. Wrigth. Comenzó el trazado de vías férreas hasta Bejucal, y el ferrocarril fue inaugurado dos años después. El recorrido abarcó 16 millas. Luego siguió hacia Batabanó. Ambas costas, norte y sur, se acoplaron. Las máquinas británicas, al poco tiempo, fueron sustituidas por otras de procedencia norteña, mucho más eficientes.

En el punto de mira estaba la llanura de Matanzas. Existía la idea de enlazar Cárdenas con Bemba y Sabanilla del Encomendador. También los inversionistas amenazan con estacionarse en Santa María de Puerto Príncipe, Santa Cruz del Sur y Nuevitas.

Los agrimensores Alejo Lanier y Julio Sagebién diseñaron en 1841 la línea de Cienfuegos a Santa Clara. Maquinaron empalmar poblaciones intermedias y dar salida a los azúcares. Seis años después comenzó a construirse esa bifurcación. En 1853, llegó a Cruces, el segundo de los tramos, luego de rebasar Palmira, pero la obra se detuvo por un tiempo, consigna Martínez Fortún y Foyo.
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El valor geográfico del archipiélago cubano

Por Alexis Schlachter

Mapa de Cuba

Durante siglos, potencias colonialistas se disputaron la posesión del territorio cubano por su valor geográfico. La Corona española mantuvo el poder hegemónico en Cuba hasta 1898, pero siempre en disputa con otras potencias coloniales de la época.

En 1741 la armada británica intentó tomar Santiago de Cuba, mientras en territorio guantanamero creó la colonia llamada Cumberland. En ambos casos fracasó el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, mas en el año 1762 los británicos lograron tomar La Habana y solo devolvieron la plaza a España a cambio de la Florida.

Años después, políticos británicos abogaron por entregar a España el Peñón de Gibraltar a cambio del archipiélago cubano.

¿Por qué ese interés sostenido de la Corona británica en la posesión de Cuba?

Geográficamente, Cuba era (y es) la llave del Golfo de México y, por extensión, de todo el Caribe, como está expresado en el escudo nacional…

Luego de extenuantes travesías por el Atlántico el magnífico puerto de La Habana ofrecía seguro refugio y abastecimientos para continuar viaje hacia la América continental y la zona caribeña. Paralelamente, y debido a su situación geográfica tropical, Cuba producía grandes riquezas.

No fue solo el imperio británico el único interesado en la posesión de nuestro país. Isla de Pinos —parte del archipiélago cubano— estuvo en la mirilla de otros intereses europeos. En 1838, el rey Leopoldo I de Bélgica propuso a España comprarle el actual territorio de la Isla de la Juventud, pero sin éxito. Sin embargo, los más interesados en la geografía cubana no fueron los europeos.
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La Habana de Eusebio Leal Spengler: ¿Una utopía que resucita?

Por Salim Lamrani

Plaza de la Catedral de La Habana
Alejo Carpentier, en un vibrante homenaje a su ciudad natal, la apodaba “la Ciudad de las columnas”, por la magia de sus innumerables pilares y columnas de esencia barroca que hacen de La Habana un lugar único en América Latina. Con su destino tan singular en la historia del continente, la ciudad natal de José Martí es un espacio mítico que no puede dejar indiferente al alma humana, en virtud de su extraordinario poder de encantamiento. Fruto de una mezcla de estilos arquitectónicos diversos de origen árabe, español, francés, italiano, griego y romano, la capital cubana se define ante todo por su sincretismo tan peculiar[1].

La excelencia del barroco cubano se encuentra en la Plaza de la Catedral, el estilo neoclásico en el Palacio de Aldama, el neogótico en la Iglesia de Reina, el Art Nouveau en la Estación Central, la Universidad o el Capitolio, el Art Deco en el edificio Barcardí, una combinación de esencia colonial y soviética en el Palacio de Convenciones, la presencia del modernismo en el impresionante edificio Focsa o la influencia bizantina en la Catedral Ortodoxa.

Al respecto, Carpentier escribía:

“La vieja ciudad, antaño llamada de intramuros, ciudad en sombra, hecha para la explotación de las sombras, sombra, ella misma, cuando se la piensa en contraste con todo lo que fue germinando, creciendo, hacia el oeste, desde los comienzos de este siglo, en que la superposición de estilos, la innovación de estilos, buenos y malos, más malos que buenos, fueron creando en La Habana ese estilo sin estilo que a la larga, por proceso de simbiosis, se amalgama, se erige en un barroquismo peculiar que hace las veces de estilo, inscribiéndose en la historia de los comportamientos urbanísticos. Porque, poco a poco, de lo abigarrado, de lo entremezclado, de lo encajado entre realidades distintas, han ido surgiendo las constantes de un empaque general que distingue a La Habana de otras ciudades del continente[2]”.

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¡Voy a escribirle a Celia!

Por Luis Hernández Serrano

Celia Sánchez ManduleyA 88 años del nacimiento de Celia Sánchez Manduley en la oriental localidad de Media Luna, actual provincia de Granma, se puede afirmar que ella fue, en el cielo de la Revolución cubana, como una luna entera.

El 9 de mayo de 1920, día en que vino al mundo la niña Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley, seguro fue de júbilo para su familia y para los amigos y conocidos, pero no más allá. No podía ser de otro modo, pues nadie tenía cómo saber entonces que Celia llegaría a ser la audaz luchadora clandestina contra una dictadura cruel, la primera guerrillera de la Sierra Maestra, la insuperable ayudante del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, fiel intérprete de su pensamiento y una de las figuras más queridas de la Revolución.

«La más auténtica flor de la Revolución», como la llamó muchos años después Armando Hart Dávalos, tras su muerte relativamente temprana, representa en Cuba la confianza total en Fidel y en su liderazgo, al mismo tiempo que la laboriosidad, la sencillez, la modestia y una extraordinaria sensibilidad humana de la que guardan recuerdos muchos cubanos, sobre todo los de más humilde condición.

LA NIÑA DE MEDIA LUNA

Hiperactiva, con una imaginación sin fronteras y atraída por el imán de la naturaleza como si fuera de hierro puro, la niña Celia evidenció desde temprano que estaba hecha, de un «material» menos abundante.

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Hipocondríacos famosos

De acuerdo con el Manual Merck de medicina, un hipocondriaco es una persona que “refiere síntomas físicos y está especialmente preocupada porque cree firmemente que corresponden a una enfermedad grave”. En el libro Tormented Hope. Nine hypochondriac lives (Penguin Ireland, 2009), el irlandés Brian Dillon hace un repaso de algunos de los hipocondríacos más famosos de la historia, entre los que se encuentra Charlotte Brontë, autora de Cumbres borrascosas, quien afirmaba haber padecido su primer ataque hipocondríaco cuando enseñaba en Roe Head a los diecinueve años de edad. La enfermedad, escribió, “hizo de la vida una constante pesadilla diurna”. Y Brontë atribuyó la crisis a la penosa tarea de enseñar, que le dejaba poco tiempo para escribir.

Darwin y Proust, dos hipocondriacos muy productivos

Charles DarwinAngustiado por su salud vivió también Charles Darwin, de quien Dillon nos cuenta que sufría una amalgama de síntomas como palpitaciones, molestias gástricas y dolores de cabeza, y que se sentía permanentemente «apagado», torpe y viejo. Siendo joven, antes de viajar alrededor del mundo, se quejaba de un dolor en las manos al que nadie encontraba una explicación, y estaba seriamente preocupado por el tamaño de su nariz. Es posible que durante su expedición a bordo del Beagle sufriera la enfermedad de Chagas, pero una vez que desaparecieron sus síntomas continuó sintiéndose un enfermo. Aunque esta situación le proporcionó alguna satisfacción. En una ocasión Darwin llegó a decir: “la mala salud me salvó de las distracciones sociales y la diversión”. Y aseguraba que solo gracias a “su enfermedad” había podido trabajar tanto y desarrollar su famosa teoría de la evolución de las especies.

Dillon afirma que en la hipocondría ha encontrado una relación entre miedo, creatividad y enfermedad. Y pone como ejemplo a otro de los protagonistas de su libro, el escritor francés Marcel Proust, quien, entre otras cosas, era tan sensible a los sonidos que tuvo que cubrir las paredes de su habitación con corcho. Además, estaba especialmente obsesionado con las toallas húmedas y “sufría” asma. Durante muchos años, Proust pasaba los días enteros en la cama y se levantaba por la noche para escribir. Así escribió los 16 volúmenes de En busca del tiempo perdido (1913-1927), considerada una de las obras cumbres de la literatura universal.

(Fuente: http://www.muyinteresante.es)

Historia sobre rieles

Por Margarita Barrio

Tren del Museo del Ferrocarril de Cuba, en la Estación Cristina, en La Habana Vieja. Un pequeño tren anda estos días por el Malecón habanero. La idea de la Oficina del Historiador propicia un paseo desde el Hotel Cohíba hasta la Alameda de Paula. La mayoría de sus pasajeros son niños, aunque también muchos mayores disfrutan del viaje.

El entretenido juguete puede considerarse también un homenaje al ferrocarril cubano, que tiene en su haber ser el primero de Iberoamérica y el séptimo del mundo.

Su historia está recogida en el Museo del Ferrocarril de Cuba, que tiene sede en la Estación Cristina, en La Habana Vieja, y fue inaugurado el 19 de noviembre de 2000. Allí se pueden apreciar equipos, instrumentos y documentos del sistema ferroviario cubano en diferentes épocas, y la estación en sí, declarada Monumento Nacional en noviembre de 2002, es también un sitio de valor museológico.

Cristina fue la estación principal de la Empresa Ferrocarril del Oeste, fundada en 1859 por la familia Pedroso, de la oligarquía terrateniente habanera.

El Ferrocarril del Oeste comenzó a prestar servicios desde la Estación Cristina en 1861, con la inauguración del primer tramo, de 12,9 kilómetros de extensión, entre ese lugar y el poblado de Calabazar.

En 1912 cesan las operaciones de pasajeros en dicha terminal como resultado de la apertura de la Estación Central, y en la década del 30 es utilizada como depósito de equipos de arrastre en desuso.

A finales de los años 80 del pasado siglo, comienza la restauración de Cristina, para dedicarla en lo sucesivo a trenes urbanos y suburbanos.

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Camilo Cienfuegos: “Contra Fidel ni en la pelota”

El 28 de octubre de 1959, a las 6:01 p.m., salió del aeropuerto de Camagüey, el avión bimotor, marca Cessna 310 con el número 53, de cinco plazas. Conducía al Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, Comandante Camilo Cienfuegos; al piloto primer teniente Luciano Fariñas Rodríguez, y al soldado rebelde Félix Rodríguez. El avión nunca llegó a su destino, La Habana. En otro aniversario de la desaparición de Camilo y sus compañeros, Cubadebate lo recuerda con una de sus anécdotas más célebres, publicada originalmente por la revista Bohemia.

Camilo y Fidel en el célebre juego de pelota

24 de junio de 1959.— Tanto en La Habana como en el resto del país, se han desarrollado funciones especiales en los espectáculos deportivos con el fin de recaudar fondos para la Reforma Agraria. El béisbol, deporte nacional, no puede faltar. En el hoy Latinoamericano, conocido entonces como el Estadio del Cerro, se pacta un juego de exhibición entre el equipo de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y los Barbudos, una selección integrada por miembros del Ejército Rebelde.

Se anuncia como lanzadores a Fidel Castro y a Camilo Cienfuegos. Pero cuando el Señor de la Vanguardia entra en el terreno, lo hace con el uniforme de Barbudos y una mascota de receptor. Los periodistas se le acercan. “Yo no estoy contra Fidel ni en un juego de pelota”, declara el Héroe de Yaguajay. La llegada del Jefe de la Revolución provoca una estruendosa ovación entre la numerosa afición que se ha dado cita en la instalación.

Cuando saluda a Amado Maestri, el gran árbitro cubano, designado para impartir justicia detrás del home, le pide: “Yo ahora estoy un poco desligado del juego de pelota. Quiero que me indique cómo tengo que lanzar para no incurrir en un balk”. El juego comienza y el abridor de los Barbudos retira la primera entrada sin problemas.

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Especias: salud, historia y religión

st1\:*{behavior:url(#ieooui) } Dr. Alberto Quirantes Hernández*

La gastronomía india es una de las más curiosas y peculiares del mundo.Las especias han protagonizado algunos de los capítulos más espectaculares de la historia humana. Principalmente de origen asiático, se utilizaban frecuentemente como moneda de cambio y en algunos casos llegaron a ser tan valiosas como el oro e incluso más.

Siempre han sido altamente apreciadas y en la antigüedad se les daba un gran valor, no solo porque daban variedad a la comida, por lo general monótona, sino porque servían para conservar los alimentos en un tiempo en que no se disponía de refrigeración.

También fueron altamente cotizadas por sus reconocidos efectos terapéuticos —con plena vigencia hasta la actualidad—, pues alivian o mejoran diversas dolencias.

Estas sazones ofrecen una gran ventaja en la cocina diaria. Platos bien condimentados con ellas necesitan poca o ninguna grasa, o sal, y permiten preparar una dieta saludable para toda la familia, y así controlar o evitar la obesidad y las enfermedades relacionadas con una inadecuada alimentación.

Variando los condimentos puede modificarse a gusto la presentación de una misma comida. Será el mismo menú saludable, pero con sabores diferentes debido a su enorme variedad. Fácilmente localizables en el mercado contemporáneo, abren amplias posibilidades culinarias por sus inagotables combinaciones.

En ritos mágicos o religiosos desde la más remota antigüedad y hasta hoy, en algunas culturas, se les han atribuido efectos esotéricos. Muchas eran, y aún son, ofrendas obligadas a distintos dioses.

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Resultados de Villa Clara en la Emulación por el 26 de Julio (1965-2010)

Villa Clara en 26Por Servicio Especial

Villa Clara en la emulación por el Día de la Rebeldía Nacional.

1965: Por primera vez en esta ocasión la efemérides se celebró fuera de La Habana y Santiago de Cuba. En Santa Clara, el Comandante en Jefe habló en una concentración de más de 500 mil hijos de la provincia Las Villas.

1968: Santa Clara fue sede por segunda ocasión del acto central por la efeméride. Transcurría el «Año del Guerrillero Heroico», y en su discurso, Fidel dedicó la conmemoración a Ernesto Che Guevara.

1975: Correspondió a Las Villas ser la anfitriona de la última celebración antes de realizarse la División Político-Administrativa, luego de la cual Cuba quedaría formada por 14 provincias y el municipio especial de la Isla de la Juventud.

1996: Villa Clara, PROVINCIA DESTACADA en la emulación por la sede del 26 de Julio. El acto nacional se celebró en Holguín.

1998: La Dirección del Partido le otorgó un RECONOCIMIENTO, al igual que las provincias de Ciudad de La Habana y Pinar del Río. Se tuvieron en cuenta los resultados integrales en un grupo de los organismos evaluados, incluida la categoría de destacada en la Defensa. Santiago de Cuba fue anfitriona de las actividades centrales.

1999: RECONOCIMIENTO, junto a Pinar del Río y Ciego de Ávila. En 13 organismos la provincia obtuvo la condición de Destacada, y alcanzó igual número posiciones entre el primero y el quinto lugar.

2000: SEDE COMPARTIDA con Ciudad de La Habana y Pinar del Río. Un total de 18 organismos de la Administración Central del Estado le otorgaron la condición de Destacada en su actividad. Veinte posiciones entre el primero y el quinto lugar, siete más que en la etapa anterior.


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La luz de Yara, una leyenda

quema de Hatuey en la hogueraRevivir historias de nuestros antepasados es muy común en Cuba; quizás influenciados por nuestras raíces aborígenes y africanas, existe una leyenda muy antigua, conocida nacionalmente como la Luz de Yara.

Cuentan que en el cielo se refleja una luz crepuscular, atribuida a una representación del cacique Hatuey quemado en la hoguera por los españoles. Este es uno de los mitos más antiguos de la Isla y aparece reflejado en la literatura del siglo XIX.

Entre los campesinos de la zona y los alrededores se han fabricado varias versiones en torno al tema; entre ellas, la que cuenta que en 1501 fue quemado el indio, y que, durante el hecho, de su boca salió una luz que vaga errante desde entonces por la zona, y aparece en las noches a todos los que viajan por el lugar.

Otra versión refiere que mientras el aborigen era ultrajado,  Yara, su compañera, se apegó a su cuerpo y murió también, y ahora su espíritu vaga convertido en luz que puede observarse en diferentes colores, tal vez reclamando por el asesinato de su amado.

No se puede decir que la creencia es solamente entre las masas incultas del pueblo; los orientales creen firmemente en la tradición maravillosa de esa luz, aunque pertenezcan a clases elevadas por su educación y cultura.

Ambas versiones parten de un mismo concepto: “el espíritu de un muerto es una realidad tan tangible y cotidiana que cualquier persona puede topar con el mismo; lo cual consideramos como una marca del pensamiento aborigen en el pensar del criollo actual en esta región de Cuba”, escribió don Fernando Ortiz.

Es impresionante comprobar cómo ha perdurado una tradición como la que nos ocupa, con casi quinientos años de antigüedad. Si de algo podemos estar seguros actualmente es de que fueron los indígenas, no los españoles (a quienes no convenía recordar aquel horroroso castigo) quienes mantuvieron viva la narración del hecho histórico de donde nacería la leyenda después.

Sabemos que el suceso histórico se conoce por la descripción que nos dejó Bartolomé de Las Casas en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, escrito en 1542; pero la tradición oral de la luz de Yara a partir de la quema de Hatuey no puede ser sino la forma popular en que los habitantes de la región continuaron dando vida a un relato iniciado por los aborígenes sobrevivientes y su descendencia hasta la actualidad.

Así sucede con tantos ritos que aún viven formando parte de la conciencia popular, en espera de etnólogos, periodistas, literatos, sociólogos y artistas en general que los rescaten y los utilicen. (Fuente: AIN)