Por Raquel Marrero Yanes
En la mañana del 29 de abril de 1964 miembros del Ministerio del Interior trataban de contactar con un hombre que, a riesgo de su vida, se encontraba en la búsqueda de información sobre los planes de grupos terroristas que operaban en la zona del Escambray, en la antigua provincia de Las Villas.
Mientras avanzaban, prácticamente a las puertas de Trinidad, les salió al paso un niño que les indicó, no sin asombro, hacia un monte. El hombre que buscaban estaba allí, ahorcado, en un árbol a orillas del río Guaurabo, en la finca Masinicú (nombre propio del lugar, y no Maisinicú como ha trascendido). Era Alberto Delgado Delgado.
Había nacido el 10 de diciembre de 1932, allí en Trinidad, y desde pequeño trabajó como carbonero y cortador de caña sin poder asistir a la escuela.