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Los muchos nombres del poncho

poncho calamacoUna prenda muy práctica ideada por los antiguos habitantes de Latinoamérica y parte del Caribe, y cuyo uso sigue sin trazas de desaparecer precisamente por lo cómodo, abrigador y elegante, es el poncho.

Básicamente es una pieza rectangular hecha con lana de oveja, llama, alpaca o vicuña, con una abertura en el centro, por donde se introduce la cabeza.

Hay diversidad de diseños y colores, que varían con la región y los gustos personales, por lo que pueden ser lisos, con franjas, trabajados, más o menos largos, pero todos, eso sí (exceptuando los industriales) deben ser tejidos a telar para no romper su autenticidad.


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Los nombres de los años en Cuba

calendarioLa iniciativa de darle a cada año un nombre nació en Cuba en el año 1959. Desde entonces los cubanos recibimos el nuevo año no solo con la cifra correspondiente, sino con un nombre que sirve para honrar a los hijos más insignes de la Patria o destacar hechos históricos trascendentales.

Los primeros años posteriores al triunfo revolucionario comenzaron a nombrarse con el objetivo de resaltar las grandes transformaciones que se realizaban en todos los órdenes. Así, por ejemplo, el 1959 se denominó Año de la Liberación en alusión al triunfo revolucionario. El 1960 se llamó de la Reforma Agraria, porque se concretaba la Ley que devolvió la tierra a los campesinos. El 1961 se dedicó a la Educación, por la formidable Campaña de Alfabetización que realizó Cuba en esa época.

El objetivo era que el nombre de cada año respondiera a la tarea más importante que debía afrontar el país en ese lapso de tiempo. Por lo general, el nombre del año devenía consigna para el pueblo y la mayoría de las veces cada vez que culminaba el año, habíamos cumplido con los objetivos a que hacía referencia el nombre asignado.

Una de las pocas veces en que no se logró fue en 1970, bautizado como Año de los Diez Millones, en referencia a la cantidad de toneladas de azúcar que se proponía alcanzar el país en esa zafra. Aunque el reto no se cumplió, aquella contienda azucarera pasó a la historia como una de las más productivas del país en todos los tiempos. La hazaña se recuerda todavía, y con solo mencionar la Zafra de los Diez Millones, muchos rápidamente se remiten al año 1970.

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Sobre algunas palabras derivadas de nombres propios

palabrasA continuación se recoge una serie de palabras que, provenientes de nombres propios, han protagonizado la curiosa evolución de convertirse en sustantivos comunes para nombrar desde una enfermedad (alzhéimer), un invento (el voltio, la guillotina), una teoría filosófica (plátonico), hasta un útil doméstico (quinqué), y pasar así a formar parte del vocabulario popular.

La Enciclopedia de los nombres propios, de Josep M. Albaigés (Barcelona: Planeta, 1995), será la referencia del contenido.

fucsia

Fucsia es una planta de adorno, procedente de América Meridional, con flores colgantes de color rojizo, de diversos matices, que da nombre al color rosa fuerte. El científico francés Charles Plumier descubrió este arbusto en la cidudad caribeña de Santo Domingo, y lo llamó fucsia en memoria de Leonhard Fuchs, un famoso botánico alemán (1501-1566).

charlatán

El Diccionario académico define esta palabra como: «Que habla mucho y sin sustancia», «Persona que se dedica a la venta ambulante y anuncia a voces su mercancía»… El vocablo procede del italiano ciarlatano y, al parecer, alude a Latán, un famoso sacamuelas y curandero, a cuyo paso por París gritaba la gente «¡Voilá, le char de Latan!».

condón

El Diccionario académico define este término como preservativo, «funda fina y elástica para cubrir el pene durante el coito, a fin de evitar la fecundación o el posible contagio de enfermedades». La palabra deriva del latín condere, «contener». Y aunque varios autores atribuyen su invención a un higienista inglés llamado Condom, que confeccionaba este artilugio con tripa de animal para uso del rey Carlos II de Inglaterra, nuestro autor de referencia, Josep M. Albaigés, señala al médico italiano Gabriele Fallopio (1550) como inventor del condón.


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Los nombres de los ciclones tropicales

ciclón

Desde hace algunos siglos se acostumbra nombrar a las tormentas tropicales y huracanes.

En sus inicios, eran designados con el nombre del santo patrono del día en que ocurrían, mientras durante los años de las Guerras Mundiales, los meteorólogos militares fueron los encargados de asignarles números a las tormentas tropicales, en vez de nombres.

También se empleó el alfabeto fonético militar con la misma finalidad.

Desde 1953 los ciclones tropicales recibieron sólo nombres femeninos en orden alfabético, lo que provocó durante años la inconformidad de muchas mujeres del mundo, que manifestaron su desacuerdo a la Organización Meteorológica Mundial (OMM).


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Burgos estudia los nombres propios más extraños de la lengua española

MADRID.— El municipio de Huerta de Rey, en la provincia de Burgos, celebró el pasado 8 de agosto el I Encuentro Internacional de Nombres Raros, para el que se inscribieron personas bautizadas como Orolio, Sindulfo, Onesiforo, Hierónides o Canuta.  

A Pepe Sebastián, organizador del evento, se le ocurrió la idea de celebrar el encuentro después de años de ser consciente de que su pueblo es famoso por tener nombres de pila «bien raros», como Burgundofora, Cancionila o Maerino.  

El organizador explicó que en Huerta hay una leyenda según la cual un secretario del ayuntamiento local, y su hijo después, al heredar el cargo, aconsejaban nombres a los padres que iban a registrar a los recién nacidos. Si los padres no lo tenían claro, el secretario echaba mano del martirologio romano y asignaba nombre para el niño o la niña.  

Además, debido a la tradición de llamar a los hijos como los padres, se repitieron nombres y así llegó a haber hasta ocho Juan Molinero en la localidad. (EFE)

¿Beijing o Pekín?

chinaLos cambios de nombres de ciudades o países en los últimos años provocan no pocos dolores de cabeza. La geografía se complica para alumnos de primaria y secundaria en todo el mundo. Pero, sobre todo, las nuevas denominaciones plantean un problema geopolítico.

Abundan los ejemplos para ilustrar la necesidad de un «diccionario» de nombres geográficos. La capital de China es uno de ellos. Su nombre cambió de Beijing a Pekín en 1928, y en 1949 volvió al anterior, que había tenido desde el siglo XV y significa «capital del Norte». Pero lo cierto es que hoy aún se usan los dos nombres y reina la confusión sobre cuál es el correcto. Es más, algunos distraídos creen que se trata de dos ciudades distintas.

En el Diccionario panhispánico de dudas aparece: Pekín. El nombre tradicional en español para designar la capital de China es Pekín (también, raro hoy, Pequín). El nombre Beijing es resultado de la transcripción de los caracteres chinos al alfabeto latino según el sistema «pinyin», desarrollado en China a partir de 1958 con el fin de unificar los diversos sistemas de transcripción del chino aplicados por distintos países. Este sistema se puso en práctica oficialmente en 1979 y es hoy mayoritariamente utilizado por las agencias de prensa. No obstante, se recomienda usar en nuestro idioma el nombre tradicional español, cuyo gentilicio es pekinés (o pequinés, si se utiliza la grafía minoritaria Pequín).


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