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Las dos Venezuela

Por  Prensa Latina

Ayer hablé de la Venezuela aliada al imperio donde Posada Carriles y Orlando Bosch organizaron el brutal estallido de un avión de Cubana en pleno vuelo, que originó la muerte y la desaparición de todos sus pasajeros, incluido el equipo juvenil de esgrima que obtuvo todas las medallas de oro en el Campeonato Centroamericano y del Caribe del que fue sede ese país, a los que hoy, cuando tienen lugar los Juegos Panamericanos en Guadalajara, se les recuerda con tristeza.

No era la Venezuela de Rómulo Gallego y Andrés Eloy Blanco, sino la del tránsfuga, traidor y ponzoñoso Rómulo Betancourt, envidioso de la Revolución Cubana, aliado al imperialismo, que tanto cooperó con las agresiones a nuestra Patria. Después de Miami, aquella propiedad petrolera de Estados Unidos fue el principal centro de la contrarrevolución en Cuba; a él corresponde ante la historia una parte importante de la aventura imperialista en Girón, el bloqueo económico y los crímenes contra nuestro pueblo. De esa forma se inició la era tenebrosa, finalizada el día en que Hugo Chávez juró el cargo sobre la «moribunda constitución» que sostenía en sus manos temblorosas el expresidente Rafael Caldera.

Habían transcurrido 40 años desde el triunfo de la Revolución Cubana y más de un siglo de saqueo yanqui del petróleo, las riquezas naturales y el sudor de los venezolanos.

¡Muchos de ellos murieron en la ignorancia y la miseria impuesta por las cañoneras de Estados Unidos y Europa!
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Reflexiones de Fidel Castro: La voluntad de acero (Segunda parte)

Cuando en 1976 tuvieron lugar los más graves actos de terrorismo contra Cuba y de modo especial la destrucción en pleno vuelo de la nave aérea cubana que despegó de Barbados con 73 personas a bordo -entre ellos pilotos, aeromozas y personal auxiliar que prestaban sus nobles servicios en esa línea, el equipo juvenil completo que había obtenido todas las medallas de oro que se disputaban en el Campeonato Centroamericano y del Caribe de esgrima, los pasajeros cubanos y de otros países que viajaban confiados en aquel avión-, los hechos provocaron tal indignación, que en la Plaza de la Revolución se reunió para despedir el duelo, la más extraordinaria y apretada  concentración que he visto jamás y de la cual ha quedado constancia gráfica. Las escenas de dolor fueron y son todavía imborrables. Tal vez ningún dirigente de Estados Unidos, y muchos en el mundo no tuvieron posibilidad de verlas. Sería ilustrativo que tales escenas fuesen divulgadas por los medios masivos para comprender bien  las motivaciones de  nuestros heroicos combatientes antiterroristas.

Bush padre era ya un importante oficial de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, cuando estos  recibieron la misión de organizar la contrarrevolución en Cuba. La CIA creó en la Florida su más grande base de operaciones en el hemisferio occidental. Ella se responsabilizó con todas las acciones subversivas realizadas en Cuba, incluidos los intentos de asesinato contra los líderes de la Revolución y se responsabilizó con los planes y cálculos que de haber tenido éxito habrían significado un enorme número de bajas por ambas partes dada la decisión de nuestro pueblo,  demostrada en Girón, de luchar hasta la última gota de sangre. Bush nunca entendió  que la victoria de Cuba salvó muchas vidas, tanto cubanas como norteamericanas.

El crimen monstruoso de Barbados se produjo cuando ya él era jefe de la CIA, casi  con tanta autoridad como el Presidente Ford.

En junio de ese año convocó en Bonao, República Dominicana, una reunión para crear la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas, con la supervisión personal de Vernon Walters, entonces Director adjunto de la CIA. Obsérvese bien: “Organizaciones Revolucionarias Unidas”.

Orlando Bosch y Posada Carriles, agentes activos de esa institución fueron designados como líderes de esa organización. Se inicia así una nueva etapa de actos terroristas contra Cuba. El 6 de octubre de 1976, Orlando Bosch y Posada Carriles, personalmente dirigen el sabotaje para hacer estallar en pleno vuelo el avión de cubana.
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Una atroz injusticia que Washington intenta ocultar

Por Ángel Guerra Cabrera

El Monte de la Banderas contra el Terrorismo. Vigilia frente a la Oficina de Intereses de los EEUU en La Habana, celebrada el 5 de octubre de 2011. Foto: Ismael Francisco

Hoy inicia en México el 6º Encuentro Continental de Solidaridad con Cuba. El Movimiento Mexicano de Solidaridad con la isla (MMSC) escogió esta fecha por cumplirse 35 años de la voladura en el aire de un avión de Cubana de Aviación con 73 pasajeros a bordo.

La nave sufrió un ataque terrorista planeado y dirigido desde Venezuela por Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, ambos agentes de la CIA con un notorio historial de acciones violentas contra Cuba.  El primero reside allí como un respetable ciudadano y patriota estadunidense con quien Washington está endeudado a perpetuidad por sus valiosos servicios. Al segundo, sentenciado por acciones terroristas dentro de Estados Unidos, le fue otorgado el perdón presidencial por George W.H. Bush,  director de la central de inteligencia en el momento del sabotaje. Vivió en Miami hasta su muerte donde recibió continuos homenajes en los que se jactaba de sus acciones.

La recordación del horrendo crimen subraya  la sistemática política de terrorismo de Estado de Estados Unidos contra la Revolución Cubana. Su costo ha sido el de miles de cubanos muertos o mutilados además de cuantiosos daños económicos. Sus estragos no han sido mayores debido a que Cuba ha dedicado incalculables recursos a defenderse, un sagrado derecho y deber de los Estados. Esto, sin mencionar el interminable bloqueo, la más criminal de las acciones terroristas, intento confeso y sordo de genocidio del pueblo cubano, mantenido contra su reiterada condena por la Asamblea General de la ONU.
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Noam Chomsky: “Mi reacción ante la muerte de Osama Bin Laden”

Noam ChomskyCada vez es más evidente que la operación fue un asesinato planificado, y violó de manera múltiple normas elementales del derecho internacional. No que hicieran ningún intento de aprehender a la víctima desarmada, lo que presumiblemente podrían haber logrado 80 comandos que virtualmente no enfrentaban ninguna oposición, excepto, afirman, la de su esposa, que se lanzó hacia ellos.

En sociedades que profesan un cierto respecto por la ley, a los sospechosos se les aprehende y se les conduce a un juicio justo. Subrayo “sospechosos”. En abril de 2002, el jefe del FBI, Robert Mueller, informó a la prensa de que después de la investigación más intensiva de la historia, el FBI solo podía decir que “creía” que la conspiración se tramó en Afganistán, aunque se implementó en los Emiratos Árabes Unidos y Alemania. Lo que solo creían en abril de 2002, obviamente no lo sabían 8 meses antes, cuando Washington desdeñó ofertas tentadoras de los talibanes (no sabemos cómo de serias porque se descartaron instantáneamente) de extraditar a Bin Laden si les presentaban alguna evidencia, la que, como pronto supimos, Washington no poseía. Por lo tanto, Obama simplemente mintió cuando dijo en su declaración de la Casa Blanca que “rápidamente supimos que los ataques del 11-S fueron realizados por al-Qaida”.

Desde entonces no han suministrado nada serio. Han hablado mucho de la “confesión” de Bin Laden, pero suena más bien como si yo confesara que gané el Maratón de Boston. Alardeó de algo que consideraba un gran logro.

También hay mucha discusión sobre la cólera de Washington porque Pakistán no entregó a Bin Laden, aunque seguramente elementos de las fuerzas militares y de seguridad estaban informados de su presencia en Abbottabad. Se habla menos de la cólera paquistaní porque EEUU invadió su territorio para realizar un asesinato político. El fervor antiestadounidense ya es muy fuerte en Pakistán, y estos eventos probablemente lo exacerbarán. La decisión de arrojar el cuerpo al mar ya provoca, previsiblemente, cólera y escepticismo en gran parte del mundo musulmán.

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