Ninguna persona cuerda, especialmente aquellos que tuvieron acceso a los conocimientos elementales que se adquieren en una escuela primaria, estaría de acuerdo con que nuestra especie, de modo particular los que son niños, adolescentes o jóvenes, sean privados hoy, mañana y para siempre del derecho a vivir. Jamás los seres humanos a lo largo de su azarosa historia, como personas dotadas de inteligencia, conocieron experiencia semejante.
Me siento en el deber de transmitir a aquellos que se toman la molestia de leer estas reflexiones, el criterio de que todos, sin excepción, estamos en la obligación de crear conciencia sobre los riesgos que la humanidad está corriendo de forma inexorable, hacia una catástrofe definitiva y total como consecuencia de las decisiones irresponsables de políticos a quienes el azar, más que el talento o el mérito, puso en sus manos el destino de la humanidad.
Sean o no los ciudadanos de su país, portadores de una creencia religiosa o escépticos con relación al tema, ningún ser humano en su sano juicio estaría de acuerdo con que sus hijos, o familiares más allegados, perezcan de forma abrupta o víctimas de atroces y torturantes sufrimientos.
Tras los crímenes repugnantes que con frecuencia creciente viene cometiendo la Organización del Tratado del Atlántico Norte, bajo la égida de Estados Unidos y los países más ricos de Europa, la atención mundial se concentró en la reunión del G-20, donde se debía analizar la profunda crisis económica que afecta hoy a todas las naciones. La opinión internacional, y particularmente la europea, esperaban respuesta a la profunda crisis económica que con sus profundas implicaciones sociales, e incluso climáticas, amenazan a todos los habitantes del planeta. En esa reunión se decidía si el euro podía mantenerse como la moneda común de la mayor parte de Europa, e incluso si algunos países podrían permanecer dentro de la comunidad.
No hubo respuesta ni solución alguna para los problemas más serios de la economía mundial a pesar de los esfuerzos de China, Rusia, Indonesia, Sudáfrica, Brasil, Argentina y otros de economía emergente, deseosos de cooperar con el resto del mundo en la búsqueda de soluciones a los graves problemas económicos que le afectan.
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