Por Alina M. Lotti
El próximo 4 de septiembre el Papa Francisco beatificará a la fundadora de las misioneras de la Caridad, cuya presencia en Cuba data desde 1986.

Escultura de Madre Teresa del artista cubano José Villa Soberón. Está colocada en los jardines del convento de San Francisco de Asís en La Habana.
Imágenes bellísimas recogidas en pósteres en la iglesia de Nuestra Señora de Regla recrean por estos días la vida y la obra de la Madre Teresa de Calcuta. El hecho no es fortuito. Según ha anunciado la oficina de prensa del Vaticano el próximo 4 de septiembre el Papa Francisco canonizará a una figura extraordinaria, quien sobrepasó las fronteras de lo que pudiera considerarse puramente religioso.
El acto será, sin dudas, el segundo milagro que elevará a los altares a Teresa de Calcuta. El primero de ellos se produjo el 19 de octubre del 2003 cuando en la Plaza de San Pedro, y ante la presencia de 300 mil fieles — entre ellos un gran número de cardenales, obispos, sacerdotes y religiosas—, su santidad Juan Pablo II proclamó su beatificación.
Ese día, sentados en la primera sección se encontraban también alrededor de tres mil pobres y discapacitados, cuidados por las misioneras de la Caridad, orden que la Madre Teresa fundó en 1950 en la ciudad india de Calcuta, donde abrigó con amor y cuidados a quienes no tenían un hogar, a los discapacitados y enfermos, a los más indefensos.
“Su vida es un testimonio de la dignidad y del privilegio del servicio humilde. Eligió ser no sólo la última, sino la sierva de los últimos. Como una verdadera madre de los pobres, se inclinó a los que sufrían diferentes formas de pobreza. Su grandeza reside en su capacidad de dar sin importar el coste, dar `hasta que duela`”, resaltó el Papa Juan Pablo en la homilía que pronunció durante dicha ceremonia.