st1\:*{behavior:url(#ieooui) } Por Paul Krugman (*)
Nunca hay que decir que los dioses no tienen sentido del humor. Apuesto a que todavía se están riendo en el Olimpo por la decisión de hacer la primera mitad del 2010, el año en que murió toda esperanza de una acción para limitar el cambio climático, la más caliente en los registros.
Claro, no se pueden inferir tendencias en las temperaturas mundiales por la experiencia de un año. Sin embargo, ignorar ese hecho ha sido desde hace mucho uno de los trucos favoritos de quienes niegan el cambio climático: señalan un año inusualmente caliente en el pasado y dicen: «¡Miren, el planeta se ha estado enfriando, no calentándose, desde 1998!» En realidad, fue el 2005 y no 1998 el año más caliente hasta la fecha; pero el punto es que las temperaturas que rompen récords que estamos experimentando actualmente han hecho que un argumento tonto sea aún más disparatado, y en este momento no funciona ni siquiera en sus propios términos.
Sin embargo, ¿acaso alguno de los negadores dice: «Está bien, creo que me equivoqué», y apoya la acción climática? No. Y el planeta seguirá cocinándose.
Hablemos primero sobre lo que no provocó el fracaso, porque ha habido muchos intentos por culpar a las personas equivocadas.
Antes que nada, no actuamos debido a dudas legítimas sobre la ciencia. Sin embargo, cada evidencia válida —promedio de las temperaturas a largo plazo que suavizan las fluctuaciones año con año, el volumen del mar congelado en el Ártico, el derretimiento de los glaciares, la relación entre altas récord y bajas récord— apunta a un aumento continuo, y posiblemente bastante acelerado, en las temperaturas mundiales.
La evidencia tampoco está contaminada con un mal comportamiento científico. Es probable que hayan escuchado sobre las acusaciones contra investigadores del clima: alegatos de datos inventados, el presuntamente condenatorio correo electrónico del ‘Climagate’, y así sucesivamente. De lo que es posible que no se hayan enterado, porque ha recibido mucha menos publicidad, es que cada uno de estos presuntos escándalos se desenmascaró al final como un fraude tramado por los oponentes a la acción climática, que después muchos introdujeron en los medios informativos. ¿No creen que cosas semejantes puedan suceder?
¿Las inquietudes razonables acerca del impacto económico de la legislación sobre el clima bloquearon la acción? No es tampoco la causa. Siempre ha sido chistoso, en una especie de forma de humor negro, observar a los conservadores, que alaban el poder ilimitado y la flexibilidad de los mercados, dar un giro de 180 grados e insistir que la economía se colapsaría si le pusiéramos un precio al carbono. Todas las estimaciones serias indican que podríamos introducir paulatinamente límites a la emisión de gases invernadero con un impacto reducido sobre el índice de crecimiento de la economía.
Sigue leyendo →