Por un lado, una vida en medio de las drogas, la enfermedad mental y la locura; por el otro, el idealismo de su poesía y la fuerza dramática de sus cuentos…
Por Diana Castaños
“Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de soledad, mofa de las cosas de este mundo”
Edgar Allan Poe

Edgar Allan Poe (Boston, Estados Unidos, 19 de enero de 1809 – Baltimore, Estados Unidos, 7 de octubre de 1849).
Poe revolucionó el cuento de terror, dotándolo de originales perspectivas psicológicas y atmósferas; escribió algunos de los mejores y más conocidos poemas líricos del mundo, y también algunas de las más sensacionales novelas cortas del siglo XIX.
Tuvo un dominio superlativo de todos los géneros y sentó las bases de algunos de ellos, como el policial y la ciencia ficción. Nada más por citar un ejemplo: con el Auguste Dupin de su novela corta Los crímenes de la Rue Morgue creó el primer detective analítico, y sirvió de pedestal para las figuras detectivescas que vinieron después, como es el caso de Sherlock Holmes.
A pesar de tener tanto talento concentrado en su pluma, o quizás precisamente por tenerlo, la vida de Poe estaba permeada de depresiones, que combatía con laúdano (una mezcla de alcohol con opio que se vendía en la época).
Quizás las depresiones tenían algo con ver con el hecho de que Poe quedó huérfano a los dos años. Una familia rica (los Allan, de quien tomó su primer apellido) lo adoptó y le pagó los estudios hasta la universidad, pero mientras más aficionado se hacía al juego y a la bebida, menos quería esta familia tener nada que ver con él. Al final tuvo que arreglárselas por él mismo. Y lo intentó con la escritura: empezó a colaborar con periódicos y revistas; publicó su primer libro de poemas. Por motivos económicos, dirigió sus esfuerzos a la prosa: escribió relatos e hizo además crítica literaria, en la que llegó a adquirir cierta notoriedad por su estilo elegante.