Los hablantes de todas las lenguas del mundo toman de otras lenguas palabras o expresiones que no tienen en la suya para designar objetos y acciones que han incorporado a su forma de vida y a su concepción del mundo. Esto se conoce como extranjerismo o, más técnicamente, como préstamo léxico. Existen, al menos, dos formas de integrar en la lengua los préstamos: a) sin alteración de ningún tipo; y b) adaptándolos en mayor o menor grado a la estructura de la lengua receptora.
En el primer caso se acepta el término extranjero con fidelidad a su forma original. En español lo normal es escribirlo en letra cursiva (también conocida como itálica o bastardilla).
Tal vez alguno de ustedes, al consultar el Diccionario académico, se haya sorprendido por encontrar algunos términos en cursiva. La RAE, en el Diccionario de la lengua española (22ª edición), dentro del apartado “Advertencias para el uso del diccionario”, advierte que los extranjerismos figuran en letra cursiva «cuando su representación gráfica o su pronunciación son ajenas a las convenciones de nuestra lengua».