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Las palabras de otras lenguas

Por María Ángeles Sastre

diccionarioLos hablantes de todas las lenguas del mundo toman de otras lenguas palabras o expresiones que no tienen en la suya para designar objetos y acciones que han incorporado a su forma de vida y a su concepción del mundo. Esto se conoce como extranjerismo o, más técnicamente, como préstamo léxico. Existen, al menos, dos formas de integrar en la lengua los préstamos: a) sin alteración de ningún tipo; y b) adaptándolos en mayor o menor grado a la estructura de la lengua receptora.

En el primer caso se acepta el término extranjero con fidelidad a su forma original. En español lo normal es escribirlo en letra cursiva (también conocida como itálica o bastardilla).

Tal vez alguno de ustedes, al consultar el Diccionario académico, se haya sorprendido por encontrar algunos términos en cursiva. La RAE, en el Diccionario de la lengua española (22ª edición), dentro del apartado “Advertencias para el uso del diccionario”, advierte que los extranjerismos figuran en letra cursiva «cuando su representación gráfica o su pronunciación son ajenas a las convenciones de nuestra lengua».

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Idioma español hablado en Cuba: Quijote a lomo de Palmiche

Por Leticia Martínez Hernández          

… suéltame un baro que está muy caro
préstame un caña que no hay maraña
tremenda jama botó la dama
tremendo hielo me dio Consuelo…

(«Como me gusta hablar español», Pedro Luis Ferrer)

 

 


idioma españolBasta desandar algunas calles, pueden ser las de la capital habanera o cualquier otra urbe del país, para asombrarse ante las palabras y frases utilizadas en conversaciones habituales. Y no solo entre los jóvenes logras escuchar jeva, gao, pura, qué bolá o voy en pira; en lugar de novia, casa, madre, cómo estas o me voy.

 

A ello también se suman los préstamos del idioma inglés y que ahora definen tiendas (shopping), equipo (team), entrenador (coach)…Y por si no resultaran suficientes, se atropellan y pronuncian mal las palabras y se trastrocan formas verbales.

 

Tendencias todas que bien pudieran pensar en un deterioro del idioma español hablado en Cuba, esa forma que durante siglos ha distinguido el habla de los isleños, donde hemos vertido nuestra forma de ser espontáneos, jaraneros y desinhibidos.  

Pero, cuidado: la alegría y el desenfado no significan dejadez al comunicarnos; no van en contraposición con el buen decir, no solo desde el punto de vista semántico o fonológico, sino donde medien también la cortesía y el respeto. En ello desempeñan un papel determinante la familia, la escuela, los medios de comunicación y la sociedad en general.  


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