Por Rolando Pérez Betancourt
Ignorada (olímpicamente) por el jurado del último Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, llamó la atención que fuera el público, con su voto, quien sacara a ruedo la que sin duda fue una de las mejores películas exhibidas en el certamen.
El premio de la popularidad otorgado a Los dioses rotos no respondía a una de esas películas simpáticas y con ganchos cien veces probados para meterse en el bolsillo a una amplia audiencia, sino a una obra que, a partir de una temática compleja, desplegaba una estructura narrativa de riesgos si se toma en cuenta que era el debut en largometrajes de Ernesto Daranas.
Y Los dioses rotos, bien dirigida y actuada, dio hasta tal punto en el clavo que no sería arriesgado afirmar que clasifica entre las óperas prima más estimulantes en la historia del cine cubano.