Con motivo del fallecimiento, el miércoles 22 de marzo de 2017, del célebre sacerdote de las religiones afrocubanas Enrique Hernández Armenteros, más conocido como “Enriquito” o “Tata Nganga”, reproducimos este trabajo publicado hace unos años. Tenía 99 años y residía en el barrio La Hata, del municipio habanero de Guanabacoa. El “babalawo” (sacerdote) “Enriquito” era practicante de cuatro cultos de origen africano, principalmente el palo monte (palero), procedente del Congo.
Por M. Enriqueta
Enrique Hernández Armenteros está seguro del poder de los orishas y cree a pie juntillas en ese poder. Como él y sus seguidores hay muchos cubanos, lo cual ha hecho posible el arraigo y, por consiguiente, la conservación del legado africano en nuestra identidad. Con motivo de celebrarse cada 17 de diciembre el día de San Lázaro, reproducimos este trabajo.
Partiendo del hecho de que el diablo es la antítesis de dios, resultaría paradójico sentir devoción por ambos a la vez. En el barrio de La Hata ―de la legendaria Guanabacoa―, existe, sin embargo, un santero que afirma ser devoto de dios y del diablo. Y en tal sentido explica resuelto su filosofía: “Así es, aunque la gente me tilde de loco, yo creo en Dios y en el Diablo. En los dos, porque el Diablo es hijo de Dios, o sea, también fue creado por el Todopoderoso. Por otro lado, si no hubiera sido creado el Diablo, la vida no tendría sensaciones, no tendría sentido. Tiene que existir el genio del bien y del mal para que exista compensación en la Tierra”.

Enriquito, como le llaman sus vecinos, todo el pueblo de Guanabacoa y más allá de las fronteras del territorio nacional, se encomendó a los orishas cuando todavía era un niño, “mi abuela por parte de madre era conga, es decir, que tengo sangre africana directa y de ello me siento muy orgulloso. Conocí a mi abuela y fue ella quien me acercó a los dioses africanos”. Por ello, “soy practicante de la religión bantú procedente del Congo, más conocida como Palo Monte (los paleros). Mi segundo paso fue el Abakuá. Mi tercer paso la Ocha ―en la cual me consagraron con el orisha Elegguá― y mi cuarto paso fue Ifá. Es decir, que practico cuatro etnias africanas”.
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