Ahora que han pasado tres lustros de su desaparición física, urge revisar el legado cinematográfico de Tomás Gutiérrez Alea. En tiempos cuando las nuevas tecnologías permiten el acceso irrestricto a la fabricación audiovisual, en momentos en que algunos filósofos y teóricos siguen postulando las postrimerías de la cultura y el arte, el fin de la historia y del autor, las películas que consiguió hacer el director de Fresa y chocolate permanecen en estatus paradigmático gracias al espesor intelectual que exudan.
No es demasiado conocido que en 1961 Gutiérrez Alea participó como corresponsal de guerra en Playa Girón, en la realización del documental Muerte al invasor, que formó parte del Noticiero ICAIC Latinoamericano, dirigido por Santiago Álvarez. Sobre este documental, y sobre la necesidad de que el cine se convierta, también, en un espejo de su época, aseguró el autor en el artículo Los documentales del ICAIC más representativos del período 1959-1983:
“Recuerdo la primera imagen de la guerra con que nos tropezamos: una columna de humo a lo lejos y ya cuando nos acercamos, los restos humeantes de un avión que nuestras fuerzas acababan de derribar en las cercanías del Central Australia. A partir de ese momento ya no pudimos descansar. Las imágenes se agolpaban cada vez más dramáticas y más reveladoras y no podíamos atraparlas todas con nuestras cámaras pero sabíamos que lo que estábamos haciendo tenía un sentido, que era importante estar ahí para dar testimonio ante el mundo de lo que la «primera grande e histórica derrota» del imperialismo en América. Hoy, al cabo de más de veinte años, eso es lo que hace del filme un documento de especial significación”.
Además de empeñarse en cronicar los tiempos pasados y presentes de la Isla, desde sus primeras películas, más o menos logradas, Historias de la Revolución, Cumbite o Las doce sillas, Gutiérrez Alea se consagra a la eliminación de las fronteras entre lo culto y lo popular, entre la alta estética y el entretenimiento, a delinear el perfil de una cinematografía nacional que se acercara a su público natural sin distanciarse de los paradigmas artísticos universales, ni enajenarse de las corrientes más actuales del cine moderno como el neorrealismo italiano y la nueva ola francesa.