Por EFE
La escritora chilena tiene millones de lectores en el mundo, y su nueva obra, que Plaza & Janés publica hoy en España y en Latinoamérica, no los defraudará: pasado y presente se funden en la potente y entrañable historia que narra en ella y en la que reivindica el amor como «principal motor de la vida». Y no rechaza «la opción» de la eutanasia.
«Quienes se oponen a ella por razones religiosas o de otra índole no tienen que hacerlo; como en el caso del aborto, es solo una opción. Al legalizar la eutanasia se toman las medidas necesarias para que no se abuse de ella», afirma en una entrevista con Efe Isabel Allende.
«Morir suavemente, con dignidad, es un privilegio, un regalo del cielo que todos desearíamos. Hilda Arenas, una mujer maravillosa, que fue la abuela adoptiva de mis hijos, sintió que no valía la pena seguir viviendo después de los 80 años, aunque estaba completamente sana, y dejó de comer. Murió en dos meses tranquilamente, sin dolor ni miedo, porque su familia comprendió su decisión y no la internaron en un hospital entubada para alimentarla artificialmente».
«La medicina moderna intenta mantener viva a la gente a toda costa, aunque sea con atroz sufrimiento. ¿Para qué? ¿No sería más humano ayudar a morir?», se pregunta esta escritora que le perdió «el miedo a la muerte» cuando su hija Paula murió en sus brazos, «dulcemente», a los 28 años.
«Llevaba un año en estado vegetativo y la muerte fue su liberación, la única salida que tenía. Pero le tengo miedo al dolor», asegura Allende, que reflejó aquella durísima etapa de su vida en su libro «Paula».