Por Luis Machado Ordetx
«Ya usted sabe que servir es mi mejor manera de hablar»1
José Martí
Samuel Feijoo y sus colaboradores se las ingeniaron, medio siglo atrás, para iniciar una aventura sui géneris en predios universitarios, la cual, al paso del tiempo, desbocó en monumentalidad y trascendencia desde el Departamento de Publicaciones de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, en Santa Clara: la selección, preparación y tirada selecta de libros imprescindibles dentro de los estudios de la cultura cubana.
Muchos ahora constituyen insustituibles rarezas, y otros jamás se reimprimieron y son ejemplares únicos, inviolables, por todas las aportaciones a la historiografía nacional, acontecimiento que hizo valer en medio de la penuria editorial el sustento que Fidel Castro dejó clarificado cuando precisó: «Libros gratis a los estudiantes, al precio de costo a los demás, y cara la cerveza. De este modo la cerveza subsidia a los libros…»,2 suceso que en el panorama de la educación y la cultura del pueblo tiende a su inviolabilidad.
Primero, el poeta y folklorista de San Juan de los Yeras, desde un aula universitaria, laboraba junto a colaboradores; elucubraba y dialogaba; comprometía a amigos intelectuales, y también se iba a la «caza de los güijes, las madre de agua y del refranero popular», para luego llevar los futuros libros de su hacer editorial hasta los maestros impresores de Úcar, García, S.A., en Teniente Rey no. 15, en La Habana, sitio donde antes hacían las tiradas limitadas de Orígenes, y con el olor a tinta fresca recibía el alegrón de los primeros ejemplares, casi vírgenes en erratas.
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